Las personas que viven con obesidad a menudo son estigmatizadas y examinadas por sus elecciones de alimentos, porciones y comportamientos alimentarios. Gran parte de los esfuerzos de marketing social, salud pública y mensajes clínicos en torno a los alimentos y los comportamientos alimentarios se han centrado en “comer menos” o elegir alimentos “buenos”. Como resultado de estos mensajes, centrados en las dietas y la pérdida de peso, se mantiene el concepto de que la pérdida de peso y/o la “salud” se pueden lograr únicamente por la dismunición calórica, la privación de alimentos y/o “dieta”.

Las narrativas simplistas sobre las «dietas» a menudo ignoran la evidencia de que la pérdida de peso puede no ser sostenible a largo plazo, no debido a elecciones personales o falta de fuerza de voluntad, sino más bien a fuertes mecanismos biológicos o fisiológicos que protegen al cuerpo contra la pérdida de peso.

Por lo tanto, la información publicitaria sesgadas y centrada unicamente en la pérdida de peso, han dañado falsamente a los alimentos y a los hábitos alimentarios culpandolos del aumento de peso, esto contirbuye al sesgo y el estigma de la obesidad. Se necesita un cambio de paradigma sobre la nutrición y conductas alimentarias para ayudar a las personas de todos los pesos, formas y tamaños a comer bien sin juicios, críticas o prejuicios. 

Las intervenciones nutricionales se deben centrar en mejorar la salud general, promover una relación saludable con los alimentos y desarrollar conductas alimentarias que sean sostenibles y realistas para el individuo.

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