Síndrome de intestino irritable
Los pacientes con síndrome de intestino irritable (SII) asocian sus síntomas a una variedad de alimentos, por lo que el 62% de ellos realizan ajustes dietéticos muy restrictivos sin contar con un asesoramiento médico o nutricional. Esto podría tener consecuencias negativas sobre su estado nutricional y en su salud en general.
La dieta pobre en FODMAP (fructooligosacáridos, disacáridos y polialcoholes) es una de las más empleadas en pacientes con SII con el subtipo diarrea. Cabe mencionar que para que la dieta sea adecuada y no deficitaria es aconsejable seguir protocolos estandarizados y que sea controlada por un nutricionista experimentado.
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Intolerancia a la lactosa
La intolerancia a la lactosa (IL) es un trastorno frecuente en nuestro medio, ocasionado por la malabsorción de productos lácteos (leche, queso o yogurt), que ocasionan la aparición de síntomas como dolor abdominal, distensión, borborigmo, diarrea e incluso vómitos.
Las causas más frecuentes son el déficit primario congénito de lactasa, que se presenta desde los primeros días de vida del sujeto y es la principal causa de IL (se presenta en uno de cada tres adultos); y el déficit secundario temporal, que es una consecuencia transitoria, pasajera y multifactorial (de causa inflamatoria, infecciosa, farmacológica, etc.).
Se diagnostica mediante el reconocimiento de los síntomas y su relación con la toma de leche o derivados. Es recomendable su confirmación mediante pruebas de absorción a la lactosa, como el test de la gaxilosa en orina o el análisis de biopsias de duodeno, aunque la más difundida es la prueba del hidrógeno espirado.
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Intolerancia a la fructosa
La fructosa es un azúcar presente en múltiples alimentos (frutas, verduras, miel, hortalizas, azúcar, trigo y en productos de pastelería y bollería) cuya malabsorción ocasiona síntomas como distensión abdominal (hinchazón), dolor y deposiciones líquidas. El enfoque del manejo nutricional se centra en controlar la ingesta de fructosa y de aquellos factores que pueden impedir o facilitar su absorción. Se diagnostica mediante el reconocimiento de los síntomas y su relación con la fructosa, y es recomendable su confirmación mediante el test de hidrógeno y metano espirado.
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